La vigorexia: cuando la búsqueda de un cuerpo “perfecto” se convierte en un trastorno
La vigorexia, también conocida como dismorfia muscular, es un trastorno dismórfico corporal que afecta a personas con cuerpos saludables, pero que perciben su apariencia de manera distorsionada. A pesar de tener un cuerpo en buen estado físico, estas personas sienten que nunca son lo suficientemente musculosas o fuertes, lo que las lleva a una obsesión constante por el ejercicio y el crecimiento muscular.
¿Qué factores influyen en la vigorexia?
Este trastorno está influenciado por varios factores, incluidos los estándares de belleza impuestos por la sociedad, que promueven cuerpos extremadamente musculosos como ideal de perfección. Las personas con vigorexia dedican horas al gimnasio y realizan rutinas de ejercicio extenuantes que sobrecargan el cuerpo. Además, es común que busquen suplementos o sustancias como los esteroides anabólicos para acelerar el desarrollo muscular, lo que conlleva riesgos serios para la salud.
Consecuencias físicas y emocionales
La vigorexia no solo afecta la salud física, sino también el bienestar emocional. El uso de esteroides anabólicos puede provocar efectos secundarios como problemas cardíacos, retención de líquidos, acné, atrofia testicular en hombres y desequilibrios hormonales, como la masculinización o irregularidades en el ciclo menstrual en mujeres.
A nivel psicológico, las personas con vigorexia suelen padecer de baja autoestima y ansiedad, dado que nunca logran alcanzar la imagen corporal deseada, lo que las atrapa en un ciclo de insatisfacción perpetua.
¿Cómo abordar la vigorexia desde la psiconutrición?
Desde la psiconutrición, se trabaja en promover una relación saludable con el cuerpo y la alimentación. Es crucial desmantelar los mitos y estereotipos sobre el físico “perfecto” y ayudar a las personas a desarrollar una autoimagen más realista y positiva. Además, en terapia se abordan las emociones que están detrás de esta obsesión, para aprender a gestionar la ansiedad y mejorar la autoestima sin recurrir a la sobreexigencia física.
Si tú o alguien cercano presenta signos de vigorexia, es importante buscar apoyo profesional. La terapia psicológica, junto con una guía nutricional adecuada, puede ayudar a reencaminar la relación con el cuerpo y la salud.
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